domingo, 5 de marzo de 2017

La Olimpiada de la Belleza

Justamente el curso anterior en el IES debatimos sobre la belleza, ese fue el tema de nuestra olimpiada. Aquí os dejo los trabajos de los finalistas. Espero que el ejemplo y el coraje de vuestros compañeros os ayude a vosotros. Estoy convencido de que sí. Mucho ánimo.


MÁS PLATÓN Y MENOS TINDER


Lucía escogió cuidadosamente la foto veraniega en la que mejor exhibía los encantos de su cuerpo y la colgó en Tinder. Manuel no tardó ni un minuto en proponerle un encuentro a Lucía tratando de impresionarla con una foto hecha en el gimnasio. El primer encuentro sexual fue pactado sin ningún otro tipo de comunicación y por el tiempo adecuado. Al placer del primer encuentro siguieron otros parecidos. Al cabo de un tiempo los encuentros se pactaban con comunicación. Esa comunicación abrió la puerta de una relación. Con el paso de las semanas Lucía se dio cuenta de que Manuel sólo le proporcionaba un regalo para la vista y placer sexual, pero no tenía más afinidad que esa. No obstante, Manuel estaba enamorado de la hermosura de Lucía. Manuel no aceptaba los desaires de Lucía cuando él le proponía un plan. Lucía intentaba mantener la compañía de Manuel porque llegó advertir que sus amigas sentían envidia de lo guapo que era su amigo y eso le subía la moral. Esto le permitía soportar el severo control que Lucía padecía por parte de Manuel y que ya le agobiaba demasiado. Finalmente la cosa terminó por estallar el día en que Manuel le propuso irse juntos un fin de semana a un hotel. Lucía trataba de persuadirlo pero Manuel pretendía mantener como en otras ocasiones su plan. La cosa se puso tensa, y a Manuel en esta ocasión se le fue la mano arrojándole a la cara el ácido que tenía en su coche para el tratamiento de las piscinas que cuidaba como operario de “Jardines de Cupido”. Cuando el hermano de Lucía vio a su hermana con la cara desfigurada e irrecuperable, esperó el momento, y le devolvió el golpe con el mismo ácido en la cara. Lo último que piensan los dos en estos momentos es volver a tindear. Pero la pregunta que queremos hacernos a partir de esta historia es ¿han sido Manuel y Lucía víctimas o verdugos de la belleza? ¿Qué es realmente la belleza?


Si hay algo por lo que vale la pena vivir, es por contemplar la belleza1. Aunque el Banquete es un libro que trata de ser un elogio a la belleza, y ese es su tema principal, lleva como subtítulo Sobre el bien. ¿Cómo es posible esto? Para Platón el mayor problema que tiene el ser humano es la ignorancia, cuya cura es la sabiduría, el conocimiento de El Bien, la verdad y la virtud o lo bueno. Quien conoce El Bien, conoce la verdad; quien conoce la verdad, practica la virtud; y quien practica la virtud o es bueno, es bello; por lo tanto Bien, verdad, virtud y belleza son prácticamente términos inseparables. Como pretendemos recomendarle a todos los usuarios de esta aplicación del móvil, Tinder, nuestra interpretación de la filosofía platónica inspirada en la teoría de la belleza de Platón, y puesto que la belleza en Platón no se entiende sin su teoría de El Bien, la verdad, y la virtud, comenzaremos por explicar qué entiende Platón por El Bien y la verdad.


Lo que proporciona la verdad a los objetos del conocimiento y la facultad de conocer al que conoce, es la idea del bien […] a las cosas inteligibles no solo les adviene por obra del bien su cualidad inteligible, sino también se les añaden, por obra también del bien, el ser y la esencia2. El Bien, por tanto, es la idea de las ideas, es decir, la idea que hace que las demás lo sean también. El que no alcance esta idea, no llegará al conocimiento de las otras. Por lo tanto, la idea de El Bien le dará sentido a todas las ideas y será el punto central que dará lugar a toda la teoría de Platón. Aunque Platón compara la idea de El Bien con el sol, desde nuestra interpretación y para este caso, preferimos compararla con la idea de Salud del cuerpo. La idea de Salud, es la idea que nos permite conocer el correcto funcionamiento de cada órgano del cuerpo, ya que en la medida que un órgano no contribuye a la Salud juzgamos que está enfermo. Por tanto, no se puede conocer verdaderamente qué es un órgano del cuerpo y cómo debe funcionar si no se conoce correctamente qué es la Salud. Además el conocimiento de lo que es la Salud nos fuerza a llevar una vida sana, una vida virtuosa. Así, el intelectualismo moral es el otro pie de la mesa para entender posteriormente nuestra interpretación de la teoría de la Belleza de Platón.


Nadie obra mal a sabiendas3. Es decir, el conocimiento de El Bien es condición suficiente y necesaria para poder ejercerlo. Aplicado a nuestro caso, esto quiere decir, que si un médico conoce lo que es la Salud, si su paciente está enfermo, le convencerá para que siga sus indicaciones, y le sanará por el mero hecho de conocer en qué consiste la Salud y cómo restablecerla. Y lo importante es que, según nuestra interpretación de Platón, este llevar una vida sana, o restablecer la salud al enfermo es en sí mismo no sólo un acto virtuoso, sino un acto bello. Bello porque se genera desde la sabiduría de lo que es el Bien y produce un Bienestar experimentable, este producir o engendrar el Bienestar es consecuencia y presencia de la Belleza. Aunque es un poco largo el texto merece la pena que lo recordemos.


Es menester..., enamorarse primero de un solo cuerpo y engendrar en él bellos discursos: comprender luego que la belleza que reside en cualquier cuerpo (...) es una sola e idéntica cosa la belleza que hay en todos los cuerpos. (...) Después de esto, tener por más valiosa la belleza de las almas que la de los cuerpos, de tal modo que si alguien es discreto de alma, aunque tenga poca lozanía, baste ello para amarle, mostrarse solícito, engendrar y buscar palabras tales que puedan hacer mejores a los jóvenes , a fin de ser obligado nuevamente a contemplar la belleza que hay en las normas de conducta y en las leyes (..), para considerar así que la belleza del cuerpo es algo de escasa importancia. Después, es menester que el iniciador conduzca a las ciencias para que el iniciado vea a su vez la belleza de éstas, y su contemplación le haga engendrar muchos, bellos y magníficos discursos y pensamientos en inagotable filosofía4. Como podemos observar en este texto la Belleza es inseparable de producir y engendrar acciones bellas, bellos y magníficos discursos y pensamientos en inagotable filosofía. Ni Lucía ni Manuel supieron pasar de la belleza del cuerpo, a la belleza del alma, ni a la belleza de las buenas normas de conducta ni de las buenas leyes, y por eso ambos producen y engendran acciones malas, desde el punto de vista ético; y repugnantes y horrorosas desde el punto de vista estético. Y es que según nuestra interpretación de Platón no se puede separar Belleza de virtud ni bien. Pero esto es algo que ya defendió también Oscar Wilde.


El retrato de Dorian Grey”, es una novela de Oscar Wilde en la que un pintor, Basil, queda fascinado por la hermosura que posee el modelo a quien pretende hacer un retrato, y que es el protagonista de la novela, Dorian Grey. El retrato resultó de una belleza insuperable. Mientras Basil se lo pintaba, Dorian Grey conoce a Lord Henry Wotton, un hombre perverso, inmoral y egoísta. Aunque el artista trata de persuadirle de que no vaya con él, Dorian Grey no le hace caso, y curiosamente, aunque Dorian pasa muchos años realizando actos ofensivos, inmorales, y destructores de las jóvenes con las que se relaciona, y hasta criminales, su belleza y juventud permanecen inalterables. La novela parece sugerir que belleza y ética pueden separarse, pero al final, Dorian acude a ver el antiguo retrato de belleza insuperable que le pintaron. Al verlo contempla cómo el horror de sus actos y el paso de los años están reflejados no en su rostro, sino en el retrato que un día le pintaron. Es decir, envejeció el cuadro y su hermosura pasó a ser algo repugnante y horroroso. Horrorizado del cuadro lo destruye y mientras lo destruye el horror del retrato se encarna en su propio rostro. Esta novela es un claro ejemplo de que es imposible separar la belleza física de la belleza moral. Y desde esta novela queremos recordar cómo quedaron los rostros de Lucía y Manuel, destruidos por la ignorancia y la falta de virtud. Pero el caso de Manuel y Lucía es el caso de tantas relaciones de parejas que se gustaban y que terminaron en violencia de género. ¿Qué víctima de violencia de género reconoce en su maltratador o maltratadora la belleza que un día le sedujo? Ninguna, por tanto, se confirma nuestra interpretación de la Belleza de Platón, la Belleza resplandece en las obras y en la conducta moral, no en el aspecto físico y más sensible.


Todo se solucionaría si Tinder en vez de retratar los cuerpos y rostros exuberantes retratase las almas y la conducta moral. Mientras eso no sea así, es más urgente una aplicación para android de la filosofía de la belleza de Platón, que la de Tinder.



  1. Platón, Banquete, 210ª
  2. Platón, La República, 508c – 509b
  3. Roser Martínez, C., Platón: La República. Libro VII. Edición didáctica. (Editorial Diálogo)
  4. Platón, Banquete, 210A.
María Lucas y Ángel García.



¡Goza, no pienses!
Martin Heidegger.

José es un usuario habitual de una red social social de contactos esporádicos. En esta red José expone una foto de su encanto físico con la finalidad de atraer a una usuaria que sea de su agrado. Cuando el agrado es mutuo tiene lugar un encuentro cuya finalidad es disfrutar mutuamente de la belleza que se despiertan recíprocamente. José está encantado con los tres encuentros que ha tenido porque los ha pactado hasta sin ningún tipo de comunicación, sin conocer ni siquiera el nombre. Para él esta circunstancia le incrementa el atractivo de la experiencia. De este modo afirma que la comunicación obstaculiza el goce de la contemplación. La comunicación es lenguaje y bloquea el sentido de la emoción, de la belleza, su atracción y el placer que proporciona. Es cierto que José es consciente de que alguien puede servirse de esta aplicación para hacerle una encerrona que ponga en peligro su vida. Pero a José le puede más la emoción que le despiertan esos encuentros que el peligro al que pueda exponerse. Si le preguntásemos a José qué es la belleza probablemente nos diría la tesis que yo quiero defender en este concurso: la belleza se goza, no se piensa. La belleza es una emoción instantánea en la que no interviene la razón. Hasta tal punto es una emoción pura que, la intervención de la razón anularía la posibilidad de la experiencia de la belleza. Esta tesis trataremos de defenderla inspirándonos en la experiencia de la belleza de Nietzsche, refutando la teoría de la belleza de Platón, y mostrando ejemplos que corroboran nuestra tesis.


Quien mató aquella opinión en ti fue tu vida nueva, no tu razón; no la necesitabas ya y se hundió ella sola” (Nietzsche, La Gaya Ciencia, §307). Según este texto de Nietzsche la voluntad de poder, el afán de ir a más, la pasión, la emoción, el sentimiento instantáneo de la belleza son previos a toda racionalidad. Por tanto, en Nietzsche uno de los requisitos para que algo sea bello es la originalidad de una fuerza previa a la razón. Además la experiencia de belleza no termina nunca en concepto, pues si terminase en concepto quedaría contaminada por la razón. Hasta tal punto esto es así que para Nietzsche la experiencia de belleza está sometida a un devenir imprevisible y fatal. Imprevisible porque si fuese previsible lo sería a través de un concepto. Y fatal porque no hemos de evitar el que la experiencia de belleza nazca de la fuerza y el impulso de la voluntad de poder. Este planteamiento supone una refutación de la teoría de la belleza de Platón.

Qué inefable belleza -dijo- le atribuyes (a la idea del bien), pues, siendo fuente del conocimiento y la verdad, supera a ambos, según tú, en belleza. No creo pues que lo vayas a identificar con el placer” (Platón, República, Libro VI, 509A). Como podemos observar en esta cita Platón afirma que en el conocimiento del bien, de la verdad, y en la práctica de la virtud radica la belleza. Pero nosotros rechazamos esta teoría porque Platón, como afirma Nietzsche, es un creador de la moral de los esclavos. Platón no busca la belleza, Platón busca la supervivencia desde una moral que traicionó la voluntad de poder de los nobles por pura supervivencia. Pero según la filosofía de Platón nunca llegaremos a la experiencia de belleza, ya que en Platón la belleza está subordinada a la supervivencia de los esclavos. Esto lo demostraremos a continuación con el análisis de un ejemplo platónico.

Un claro ejemplo de platonismo es el famoso cuento de Oscar Wilde, The Star Child (El niño de las estrellas). “Su belleza le fue perjudicial, pues crecía orgulloso, cruel y egoísta” En este fragmento del cuento mencionado anteriormente podemos observar como se fundamenta en la teoría de la belleza de Platón destacando que la belleza proviene de valores morales. El niño de las estrella que era extraordinariamente bello, después de maltratar y herir al topo, al pardillo, la ardilla y despreciar a su madre, dice el cuento, “se miró en el agua, y he aquí que su rostro era como el de un sapo y su cuerpo escamoso como el de una víbora […]. Seguramente esto me ha sucedido a causa de mi pecado. Pues he renegado de mi madre, la he arrojado lejos y he sido orgulloso y cruel con ella” El cuento sigue narrando que el niño estrella cambia de actitud y tras realizar numerosos actos buenos y virtuosos en favor de los animales que antes había despreciado, y de los mendigos que había maltratado, recupera la belleza. En este cuento se ve como se relaciona la belleza física con actos morales, indicando que, como decía Platón, una persona es bella cuando conoce la idea del bien y se realizan actos buenos. A esta idea de belleza se llega utilizando la razón, pero a continuación explicaremos que lo que queremos demostrar es todo lo contrario.

La belleza es resultado de la creatividad de la voluntad de poder, no bloqueada por la racionalidad ni por los diferentes tipos de racionalidad orientada a la supervivencia. La fidelidad a la voluntad de poder, por muy indeseables que sean sus consecuencias, es la que crea las cosas y experiencias bellas. Esto lo podemos verificar con un análisis del típico ejemplo de violencia de género. Una persona se siente fatalmente atraída por otra. Tras mantener una convivencia intensa, una de ellas comienza a ser violenta con la otra hasta el punto de causarle daño. Finalmente la persona agredida termina por ver a su pareja como alguien horroroso y decide huir. Para nosotros este es un claro ejemplo de que la persona maltratada sí que tuvo experiencia de belleza y que esta experiencia fue posible porque fue previa a toda racionalidad y a todo instinto de supervivencia. Además, esta experiencia pese a las consecuencia y peligros para su salud no hemos de menospreciarla. Por qué no hemos de menospreciarla, es algo que analizaremos a continuación.

La experiencia de una persona que se abandona a la emoción y al sentido de la belleza, aunque tenga consecuencias no deseables y peligrosas pueden constituir una experiencia vital insuperable en su vida posterior. Pensemos que esta persona escarmentada por la experiencia pasada decide subordinar el criterio de belleza al de supervivencia, y busca en el futuro a otra persona de probados valores éticos en clave de supervivencia pero que no le emociona, y que vive cuarenta años de una relación monótona, porque la supervivencia prevé de tal forma el futuro que le saca toda originalidad. Estos hechos nos pueden llevar a concluir que su experiencia de belleza como emoción, deseo y pasión fatal, aunque fuese breve y peligrosa, cualitativamente es superior a la que mantuvo durante cuarenta años. Pues esos cuarenta años fue repetir día tras día las exigencias monótonas de la supervivencia. Pero esta tesis se puede aplicar a la humanidad misma y la cultura que se ha generado.

Pensemos en la humanidad y la cultura en general. La cultura en la que estamos viviendo hoy en día está regida con vistas a garantizar su supervivencia. Y la belleza está subordinada y condicionada a este principio supremo: la supervivencia. Lo que tratamos de decir se ve mejor con un ejemplo de ficción un poco exagerado. Imaginemos un pájaro que tiene una vida media de unos tres años y una tortuga que puede durar cientos de años. Imaginemos que ese pájaro decidiese condicionar todo su ser y biología para una supervivencia larga como la de la tortuga. Imaginemos que a costa de sustituir su propiedad de volar con las alas y disfrutar del paisaje visto desde las alturas, decide utilizar las alas para recubrirse el cuerpo. De este modo termina por crear con sus alas un caparazón y decir que lo bello no son los paisajes vistos desde las alturas, sino los fragmentos de suelo que ve bajo su caparazón de alas. Imaginemos que ese pájaro se convierte en el modelo y que todos los pájaros siguen su ejemplo. Sin duda diríamos que ese pájaro ha degenerado y ha provocado la degeneración de todos los pájaros. Sí, es cierto, sobrevivirán mucho más de tres años todos los pájaros, pero ninguno de ellos vivirá una vida auténtica. Después de muchos años y generaciones de pájaros así, pensemos en un sólo pájaro, o una sola generación de pájaros que denunciase esa degeneración, se rebelase y se atreviese a volar y gozar de los paisajes desde las alturas. Aunque ese pájaro o esa sóla generación de pájaros auténticos supusiese la extinción de todos los pájaros, sería deseable, a muchos más años de supervivencia de los pájaros pero desde la inautenticidad. Con este ejemplo ficticio podemos pensar en la belleza humana.

La belleza es resultado de una emoción, de una pasión, de una fidelidad a una vida que no nace de la razón, sino de la voluntad de poder. Esa emoción es cierto que pone en peligro la vida misma y hasta la especie humana. Pero tenemos dos opciones: hacer como el pájaro que lleva una vida de tortuga para sobrevivir 300 años diciendo que es bello el paisaje sombrío que cubre su caparazón, o vivir aunque sea poco tiempo, tres años, o tres meses o tres instantes, pero tres instantes de plenitud, de goce estético y de plenitud. Sin duda estos tres instantes tendrían más calidad que tres milenios de mentira y falsa belleza. Aunque la humanidad acabara destruyéndose como esos pájaros auténticos, esos pocos años, ese corto periodo de tiempo, hubiese sido más bello que una humanidad que dure miles de años siguiendo la monotonía del instinto de supervivencia. Por lo tanto, a partir de todas estas premisas planteadas, podemos llegar a una conclusión.

Siguiendo la filosofía de Nietzsche, la belleza radica en la emoción, el sentimiento, el impulso irrefrenable, la pasión fatal, previa a toda razón. Ese sentido de la belleza fue traicionado por la razón para garantizar la supervivencia y dio lugar a una cultura en la que la supervivencia condicionó la idea de belleza. Es urgente rescatar el sentido de lo bello auténtico aunque pueda suponer la extinción de la especie. Es preferible un instante de autenticidad, de pleno goce y belleza que milenios de autoengaño, razón y pseudobelleza. ¡Goza, no pienses!


Borja...




Sobre la dopamina o la belleza
Dopamina García.
La percepción de la belleza es probablemente uno de los mayores misterios de nuestra naturaleza humana. Los grandes pensadores siempre se han preguntado a qué se debe esta cualidad, atribuida a objetos o acciones de nuestro día a día. Hay quien dice que la belleza está basada en la lógica y la razón, al igual que otros defienden que es pura irracionalidad. Yo atribuyo la belleza a una reacción fisiológica en la que interviene la armonía entre las dos fuerzas de nuestro cerebro, la de la razón y la de la pasión, así como lo que escapa de nuestro control voluntario, nuestra condición biológica, la del ser humano. A continuación, profundizaremos sobre la idea de la belleza.

Platón defendió la belleza como la razón, Nietzsche como la emoción. Lo que creo que ambos pasaron por alto es lo que las ciencias neurofisiológicas han revelado acerca de nuestra condición biológica. Nuestro cerebro está dividido en dos hemisferios, unidos por el cuerpo calloso, que relaciona ambas, razón y emoción. El izquierdo, se podría decir que es el platónico. Es la parte que procesa el lenguaje, las matemáticas, la lógica, la memoria… Por otro lado, está el hemisferio derecho, más nietzscheano. Este hemisferio está especializado en sensaciones, intuiciones imaginación, creatividad, sentimientos y habilidades como las artísticas y musicales. Nuestra naturaleza nos otorga una conexión entre ambos, un puente. Pongamos un ejemplo. Vemos una escultura muy colorida, esto llama la atención de nuestro hemisferio derecho debido a la percepción tridimensional y a la variedad de colores. Esa información pasa de neurona en neurona hasta conectar con la información del hemisferio izquierdo, que analiza la forma, y se interesa. Cuando se crea una armonía entre ambos hemisferios, viéndose satisfechos, se produce la sensación de belleza, que no es otra cosa que una reacción fisiológica. Esto nos plantea un problema, si la sensación de belleza es una reacción fisiológica todos deberíamos tener la misma reacción ante el mismo estímulo. Pero la cuestión no es tan sencilla.

Pongamos el caso de una canción que resulta bella para una persona y repugnante para otra. Aparentemente dicho ejemplo refutaría la teoría que sostengo, pero no es así. Me explico. Dicha canción pudo haber quedado marcada como placentera y bella en el caso de una persona debido a la liberación de los neurotransmisores responsables del placer, como la dopamina y la serotonina, y en otro caso pudo provocar la reacción de dolorosa y repugnante por haber quedado marcada por la liberación de neurotransmisores responsables del dolor como el glutamato, el GABA que inhibe a los neurotransmisores excitatiorios y los neuropéptidos. Pensemos, por ejemplo, en el caso singular de que la persona que siente la sensación de belleza ante la canción la escuchó por primera mientras se enamoraba de su pareja en un bonito lugar, y le recuerda siempre ese momento, inolvidable y marcado con neurotramisores como la dopamina y la serotonina. Y en el segundo caso, pongamos por caso que la escuchó por primera vez en el coche, mientras conducía, justo en el momento en el que sufrió un accidente. Es así que esa canción le recuerda siempre ese momento trágico de su vida marcado por los neurotransmisores responsables del dolor como el GABA, el glutamato y los neuropéptidos. Observamos con este ejemplo que es una reacción fisiológica la que explica ambas sensaciones, y que el azar de los acontecimientos pudo condicionar para que las sensaciones fuesen al revés, que la persona que siente belleza, sintiese repugnancia, y viceversa, si el azar de la vida la hiciese protagonista de los acontecimientos de la otra persona.

Que la sensación o percepción de belleza o repugnancia sea una cuestión fisiológica y a la vez no sea universal, ni objetiva nos obliga a explicar otros casos en los que la belleza se nos manifiesta como algo aparentemente subjetivo. Es el caso de obras que se manifestaron como bellas en el pasado pero que no las consideramos así en nuestros días. Los humanos podemos planear e imaginar el futuro y rememorar el pasado… El hecho de poder situarnos tan fácilmente en otro tiempo es un factor importante. Por ejemplo, si vemos como han edificado una casa actual en un solar, no le solemos dar mayor importancia. Sin embargo, sí disfrutamos al ver construcciones muy antiguas, como las primeras casas, las pirámides, etc. Pongamos las casas de la primera civilización como ejemplo, tecnológicamente son bastante torpes, toscas e inseguras respecto a las actuales. Sin embargo, vemos en esas construcciones antiguas la belleza debido a que es parte de nuestra evolución, y somos conscientes de que esas personas las realizaron sin tener apenas medios, como los tenemos ahora. Posiblemente dentro de cientos o miles de años, otra civilización recuerde nuestra primera nave espacial con admiración e interés, mientras que ellos ya disponen de tecnologías superiores que les permiten viajar por los diferentes planetas.

Por otra parte, no se trata solo del contexto histórico, también hay un factor emocional importante en la valoración de las obras de arte. Imaginemos ahora un dibujo simple, unas líneas dibujando una casa, sin proporción, hecho a lápiz y mal coloreado. El típico dibujo de un niño. En este caso, visualmente no llama mucho la atención. Después de ver el dibujo somos informados de que ese dibujo fue lo último que hizo ese niño en vida tras estar muy enfermo. Lo veríamos, y pese a “fallar” visualmente para ambos hemisferios (no está proporcionado, no tiene apenas color), empezamos a percibir belleza en él. Por un lado, la parte lógica le otorga una historia, y piensa que es algo creado con buena intención y por tanto bien hecho, mientras nuestro lado emocional busca los sentimientos en esa historia procesada por el otro hemisferio. Entonces, surge la belleza. Evoca sentimientos que aceleran nuestro pulso y nos hacen sentir empatía. Pero no sólo el condicionamiento psicológico y fisiológico, el contexto histórico nos hacen pensar que la belleza es subjetiva, sino también el grado de salud.

Hay casos en los que la gente no es capaz de percibir la belleza por causa de una enfermedad que afecta al sistema nervioso, como pueden ser trastornos de la ansiedad o la depresión. Cuando una persona entra en depresión, sus niveles de serotonina en sangre bajan, y la serotonina es un neurotransmisor que está relacionada con el placer. La mayor consecuencia de la depresión es la apatía, provocada por no encontrarle sentido a muchas cosas que antes causaban placer y en esos momentos resultan en mayor o menor medida, indiferentes por un defecto en el funcionamiento fisiológico de nuestro cuerpo. Otro ejemplo sería el autismo: los autistas carecen de oxitocina, que interviene en el enamoramiento, el orgasmo, el apareamiento y el amor maternal. También puede ser inducido, el neurólogo holandés Dick Swaab en su libro Somos nuestro cerebro, habla de cómo la fluctuación de estos neurotransmisores, ya fuera a través de una enfermedad o una creencia muy profunda, intervenía decisivamente en la felicidad:

Algunas personas son capaces de provocarse el sentimiento de felicidad. Las monjas que revivían su amor extático por Dios mientras se las monitoreaba mediante una resonancia magnética presentaban cambios en la actividad de las estructuras del cerebro relacionadas con la gratificación. Un tumor cerebral también puede inducir a esa clase de experiencias de felicidad extática, como al sentir un contacto directo con Jesús. Después de que el tumor hubiese sido extirpado, la persona no volvió a tener esas experiencias.

Estas alteraciones son otra prueba de que lo importante que es el funcionamiento de nuestro cuerpo, porque si nuestro cuerpo cae enfermo, la percepción de la belleza se ve directamente afectada. Por tanto, una misma obra de arte puede parecernos bella o repugnante según nos encontremos deprimidos o con nuestra salud restablecida. Pero además de la enfermedad también puede dar una apariencia de subjetividad de la percepción de belleza la ética.



Lo que está bien y lo que está mal, y la misma conciencia individual es el resultado de la interiorización de los valores que nos ha inculcado la sociedad en la que vivimos. La búsqueda de los valores que fomentan el bien aparece también marcada por los neurotransmisores como la serotonina y la dopamina, y los del mal por los correspondientes de los feo y repugnante. Esta dimensión ética de los seres humanos explica que una persona nos pueda resultar bella y repugnante. Pensemos en una chica que se enamora de un chico que ve hermoso. Pensemos que con el paso del tiempo esa chica percibe que ese chico es un maltratador, un verdugo de la violencia de género. Esas acciones éticamente malas borrarán la percepción de belleza, marcando en su lugar la percepción de repugnancia. Pero la dimensión ética de la belleza también explica el escándalo que sentimos cuando los guerreros del llamado Estado Islámico destruían lo que para nosotros eran obras de arte y para ellos eran la encarnación del demonio y de los falsos ídolos. Los distintos valores éticos de una cultura y otra nos hacen percibir la belleza como algo subjetivo, cuando en realidad lo que está detrás es un condicionamiento fisiológico provocado por los valores de una sociedad. Valores que en definitiva obedecen a un instinto de conservación, y que este instinto, a su vez, condicionó fisiológicamente de una manera universal como podemos sugerir a continuación.


Las únicas bellezas universales que existen, están implantadas en nosotros desde mucho antes de que fuéramos Homo sapiens. Nuestros ancestros vivieron en bosques frondosos, que es el paisaje considerado bello por excelencia. Se ha preguntado acerca de la belleza de diferentes paisajes a gente de todas partes, e incluso quien nunca había visto en persona estos lugares, sentía predilección por ellos. Especialmente si había animales, frutos, agua y cielos despejados. En definitiva, si se asemejaban al paraíso. Esto lo muestra Denis Dutton en “Una teoría darwiniana de la belleza”. Resulta bello porque para nuestros antepasados esto era una garantía de supervivencia, al contar con agua, alimento y ambiente adecuados. Del mismo modo, todo lo que quedó grabado en esos tiempos en nuestros ancestros, forma parte de nosotros desde el principio. Algo nos dice que es bello, y ese algo es nuestra genética y cerebro, que como animales que somos, nos recuerda que ahí se puede sobrevivir, y eso nos hace sentir bien. Esto, sin embargo, puede cambiar debido a las experiencias personales. El único modo de dejar de sentir predilección ante lo que naturalmente consideramos bello, es que haya habido algún problema en nuestro pasado, el contexto personal en este caso. Por ejemplo, una de esas cosas naturalmente bellas es el fuego. El fuego nos defendía y nos hacía la vida más fácil. A mucha gente le encanta mirar el movimiento del fuego y sentir su calor. ¿Pero qué pasa si has estado en un incendio, con el peligro que eso conlleva? La memoria en nuestro hemisferio izquierdo recuerda ese momento, y esta información adquiere significado en el derecho, viendo en él sufrimiento y connotaciones negativas. Esto lo aleja por completo de la belleza. Sin embargo, puede no dejar de atraernos en cierto modo.

Que la belleza es una reacción fisiológica universal a todo ser humano lo prueba algo tan simple como lo es el ver una película de miedo. En estos casos, el neocórtex no juega ningún papel en lo atractivo de estas escenas. Instintivamente, huimos de los peligros, para ello segregamos adrenalina desde la glándula suprarrenal, eso hace sentir una fuerte emoción de peligro. Como el peligro no es real, aunque el realismo de algunas de estas películas nos hagan sentir empatía con los personajes y el entorno creado, al acabar esas escenas, se segrega dopamina entre otros neurotransmisores y hormonas, para volver de nuevo a un estado de relajación y bienestar. La cuestión es que la dopamina puede resultar especialmente adictiva. Esta reacción anatómica nos hace disfrutar de ello, pese a saber que no es bueno. Esto explica también el consumo de otras drogas, o el por qué de los deportes de riesgo. Normalmente, las carencias o la monotonía que hay en los países desarrollados nos hacen querer buscar nuevas sensaciones de una intensidad muy fuerte. Vivimos en aulas, en oficinas, en lugares que anulan muchas veces nuestra naturaleza animal, por ello sentimos la necesidad de vernos amenazados de vez en cuando, aunque seamos nosotros mismos quienes nos ponemos en riesgo. Por otra parte, poniéndonos en el caso de un país en guerra, no creo que los ciudadanos disfrutaran con las películas de terror o con las escenas de muertes, ya que lejos de ser una nueva sensación, es un peligro real y un miedo muy intenso del día a día.

En conclusión, la percepción de belleza es una reacción fisiológica universal en la que están presentes determinados neurotransmisores y hormonas. Lo que pasa es que esa base fisiológica universal puede que no sea detonada ante los mismos estímulos u obras de arte, debido a diferentes épocas históricas, a condicionamientos emocionales o afectivos, a patologías o enfermedades, y a condicionamientos éticos o políticos. Todos estos factores nos dan la apariencia de que la percepción de belleza es subjetiva, pero no es así. Objetivamente hablando y con pretensión de universalidad, sin dopamina, ni serotonina, ni otros neurotransmisores nunca hay ni habrá belleza.


Cristina Rocamora.  



LA BELLEZA PARA LA FILOSOFÍA
Los picapiedra.
La RAE define la filosofía como el conjunto de reflexiones sobre la esencia, las propiedades, las causas y los efectos de las cosas naturales, especialmente sobre el hombre y el universo. Trata aspectos de significado tan abstracto como la existencia, el conocimiento, la verdad, la moral, la belleza, la mente o el lenguaje, entre otros. En concreto, en esta disertación, trataremos el concepto de belleza, el cual contiene un amplio abanico de acepciones.

Según el diccionario de la Real Academia Española, la belleza posee solamente dos significados: “cualidad de bello” y “persona o cosa notable por su hermosura”. Además, proporciona una definición de belleza ideal, relacionada con la filosofía platónica: “prototipo o ejemplar de belleza, a la que tienden ciertas formas de la realidad en continua búsqueda de la belleza en sí”. No obstante, desde el punto de vista filosófico, tratándose de un concepto tan relativo en cuanto a opiniones y abstracto en cuanto a significado, sería necesaria una mayor profundización en el tema para poder conocer la propia idea de belleza.

En la disertación, diferenciaremos la belleza visual, que es vulgarmente conocida como aquello que tiene la cualidad de bello, percibida con la vista y la cual se refleja en los estereotipos marcados por la sociedad. Por otro lado, conoceremos el significado belleza conceptual, que es la idea de belleza en sí, la cual identificamos con los sueños y con los deseos. Además, explicaremos porque el éxito y la felicidad se pueden identificar con la idea de belleza y encontraremos un camino para alcanzar la esencia de belleza.

Como hemos mencionado anteriormente, la belleza visual, es aquella que identificamos con el atractivo puramente físico, no por ello, centrado únicamente en las personas, sino también aplicado a paisajes, objetos, etc. Mediante los estereotipos, se ha conseguido crear un ideal de belleza aplicado al mundo físico, con el cual, además, se consigue controlar la sociedad. No obstante, estos, son totalmente temporales y además dependen de la cultura.

Si alguien hubiese llevado hace 300 años unos pantalones estrechos rotos por las rodillas o unos leggins ajustados seguramente hubiese sido criticado e incluso tachado de loco. Sin embargo, no hace falta remontarse 300 años para encontrar un ejemplo de que los estereotipos son temporales, de hecho, basta con volver unos cuantos meses atrás. En septiembre del pasado año, las zapatillas Nike “Air-max” eran la moda, la cual definimos como un estereotipo masivo pero no universal. Esto quiere decir, que mediante un potente marketing se consiguió convencer a una inmensa cantidad de adolescentes de que esas zapatillas eran la mejor opción.

Por otro lado, los estereotipos también son culturales, como se demuestra en Japón donde es tendencia tintarse el pelo como si fuera un tomate, sin embargo, en occidente esta idea suena un pelín descabellada. Igualmente, sucede con el ideal de belleza masculino o femenino que varía en las distintas culturas.

En conclusión, a consecuencia de la gran diversidad de sociedades y culturas presentes en nuestro planeta, no se puede alcanzar un estereotipo común y por lo tanto tampoco una idea de belleza física presente en todas las personas.

Por otro lado, diferenciamos la belleza conceptual, es decir, la idea de belleza, aquella que no se puede percibir con los sentidos pero que logramos alcanzar mediante la voluntad de poder en forma de deseos, bien si la voluntad de poder actúa de forma consciente o en forma de sueños, bien si la voluntad de poder actúa de forma inconsciente. En ambos casos se busca un bien para nosotros mismos.

Los deseos son la pura expresión de la voluntad de poder, la forma que tiene esta de mostrarse ante nosotros, ya que en ellos no se usa la razón. Son bellos en sí mismos; partiendo de que es bello todo aquello que nos proporciona bien. Los deseos, por el hecho de anhelarlos, siempre serán bellos a ojos de aquel que los desee. Si mi deseo es conseguir un móvil nuevo y opto por robarlo en lugar de comprarlo, igualmente será bello para mí, ya que en los deseos la razón no tiene cabida porque no juzga los medios usados para conseguir lo que quieres, en este caso, el móvil.

Los sueños son otra expresión de la voluntad de poder, sin embargo, en este caso, a la hora de interpretarlos si que interviene la razón. De nuevo, es aquello que queremos conseguir y que la voluntad de poder expresa inconscientemente. Una vez dormida la razón, deja paso a la voluntad de poder en su máximo esplendor. No obstante, se podría caer en la tentación de que las pesadillas no son bellas, porque muestran nuestros miedos. No obstante, el hecho de considerar que un sueño es una pesadilla es algo que nos atribuye la razón. Un ejemplo seria el soñar con mantener relaciones sexuales con tu madre. Esto a simple vista puede parecernos de las cosas más desagradables del mundo, pero, ¿realmente lo es? La sociedad nos ha inculcado que esto es malo y, por tanto, nuestra razón lo toma como tal.

La idea de belleza también puede relacionarse con la idea de felicidad o con la de éxito, ya que las tres comparten características comunes. Todas aportan un bien a nivel personal, es decir, algo es bello, algo te hace feliz o te puedes considerar exitoso si consigues beneficio de ello. Además, al no ser universales, se puede aceptar que lo que a ti te parezca bello no se lo parezca a todos, lo que te hace feliz produzca infelicidad en otros o que tu éxito provoque la depresión a los demás. Si yo deseo hacer la redacción de filosofía a la perfección y lo consigo, habré tenido éxito, por lo tanto seré feliz y habré conseguido mi deseo y en consecuencia, haber logrado una buena redacción será bello para mí.

En cuanto al alcance de la idea de belleza solo la podemos enfocar desde dos puntos de vista, el razonamiento nulo y el razonamiento total. Definimos razonamiento como el grado de uso de la razón, por ello un razonamiento nulo implica que no usamos la razón, mientras que cuando un razonamiento total es cuando alcanzamos el grado máximo de razón.

El estado de razonamiento total, evidentemente es imposible de alcanzar. Es incomprensible para la raza humana, que una persona tenga conocimiento acerca de todo. Por lo tanto, desde ese enfoque es imposible alcanzar la idea de belleza. Por otro lado, en un supuesto caso en el que el razonamiento es nulo, actuaríamos únicamente por voluntad de poder y solo haríamos aquello que deseamos. Por desgracia, el estado de razonamiento mínimo, también es imposible en el ser humano.

En conclusión, la idea de belleza es inalcanzable. Además, es relativa, ya que varía en cada persona, pensamiento, cultura y época. La idea de belleza visual viene determinada por los estereotipos que son meros engaños a una sociedad crédula y manipulable. Por otro lado, la idea de belleza, como hemos dicho anteriormente no se puede alcanzar, pero sí se puede lograr a nivel personal, mediante el uso de la voluntad de poder. ¿Por qué la sociedad marcaría que matar no es bello si el deseo de hacerlo nos proporcionaría un bien? Sin duda y como bien hemos argumentado a lo largo de esta disertación la razón es la culpable.



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