MÁS PLATÓN Y MENOS TINDER
Lucía escogió
cuidadosamente la foto veraniega en la que mejor exhibía los
encantos de su cuerpo y la colgó en Tinder.
Manuel no tardó ni un minuto en proponerle un encuentro a Lucía
tratando de impresionarla con una foto hecha en el gimnasio. El
primer encuentro sexual fue pactado sin ningún otro tipo de
comunicación y por el tiempo adecuado. Al placer del primer
encuentro siguieron otros parecidos. Al cabo de un tiempo los
encuentros se pactaban con comunicación. Esa comunicación abrió la
puerta de una relación. Con el paso de las semanas Lucía se dio
cuenta de que Manuel sólo le proporcionaba un regalo para la vista y
placer sexual, pero no tenía más afinidad que esa. No obstante,
Manuel estaba enamorado de la hermosura de Lucía. Manuel no aceptaba
los desaires de Lucía cuando él le proponía un plan. Lucía
intentaba mantener la compañía de Manuel porque llegó advertir que
sus amigas sentían envidia de lo guapo que era su amigo y eso le
subía la moral. Esto le permitía soportar el severo control que
Lucía padecía por parte de Manuel y que ya le agobiaba demasiado.
Finalmente la cosa terminó por estallar el día en que Manuel le
propuso irse juntos un fin de semana a un hotel. Lucía trataba de
persuadirlo pero Manuel pretendía mantener como en otras ocasiones
su plan. La cosa se puso tensa, y a Manuel en esta ocasión se le fue
la mano arrojándole a la cara el ácido que tenía en su coche para
el tratamiento de las piscinas que cuidaba como operario de “Jardines
de Cupido”.
Cuando el hermano de Lucía vio a su hermana con la cara desfigurada
e irrecuperable, esperó el momento, y le devolvió el golpe con el
mismo ácido en la cara. Lo último que piensan los dos en estos
momentos es volver a tindear.
Pero la pregunta que queremos hacernos a partir de esta historia es
¿han sido Manuel y Lucía víctimas o verdugos de la belleza? ¿Qué
es realmente la belleza?
“Si hay algo por lo
que vale la pena vivir, es por contemplar la belleza”1.
Aunque el Banquete
es un libro que trata de ser un elogio a la belleza, y ese es su tema
principal, lleva como subtítulo Sobre
el bien.
¿Cómo es posible esto? Para Platón el mayor problema que tiene el
ser humano es la ignorancia, cuya cura es la sabiduría, el
conocimiento de El Bien, la verdad y la virtud o lo bueno. Quien
conoce El Bien, conoce la verdad; quien conoce la verdad, practica la
virtud; y quien practica la virtud o es bueno, es bello; por lo tanto
Bien, verdad, virtud y belleza son prácticamente términos
inseparables. Como pretendemos recomendarle a todos los usuarios de
esta aplicación del móvil, Tinder,
nuestra interpretación de la filosofía platónica inspirada en la
teoría de la belleza de Platón, y puesto que la belleza en Platón
no se entiende sin su teoría de El Bien, la verdad, y la virtud,
comenzaremos por explicar qué entiende Platón por El Bien y la
verdad.
“Lo que proporciona
la verdad a los objetos del conocimiento y la facultad de conocer al
que conoce, es la idea del bien […] a las cosas inteligibles no
solo les adviene por obra del bien su cualidad inteligible, sino
también se les añaden, por obra también del bien, el ser y la
esencia”2.
El Bien, por tanto, es la idea de las ideas, es decir, la idea que
hace que las demás lo sean también. El que no alcance esta idea, no
llegará al conocimiento de las otras. Por lo tanto, la idea de El
Bien le dará sentido a todas las ideas y será el punto central que
dará lugar a toda la teoría de Platón. Aunque Platón compara la
idea de El Bien con el sol, desde nuestra interpretación y para este
caso, preferimos compararla con la idea de Salud del cuerpo. La idea
de Salud, es la idea que nos permite conocer el correcto
funcionamiento de cada órgano del cuerpo, ya que en la medida que un
órgano no contribuye a la Salud juzgamos que está enfermo. Por
tanto, no se puede conocer verdaderamente qué es un órgano del
cuerpo y cómo debe funcionar si no se conoce correctamente qué es
la Salud. Además el conocimiento de lo que es la Salud nos fuerza a
llevar una vida sana, una vida virtuosa. Así, el intelectualismo
moral es el otro pie de la mesa para entender posteriormente nuestra
interpretación de la teoría de la Belleza de Platón.
“Nadie obra mal a
sabiendas”3.
Es decir, el conocimiento de El Bien es condición suficiente y
necesaria para poder ejercerlo. Aplicado a nuestro caso, esto quiere
decir, que si un médico conoce lo que es la Salud, si su paciente
está enfermo, le convencerá para que siga sus indicaciones, y le
sanará por el mero hecho de conocer en qué consiste la Salud y cómo
restablecerla. Y lo importante es que, según nuestra interpretación
de Platón, este llevar una vida sana, o restablecer la salud al
enfermo es en sí mismo no sólo un acto virtuoso, sino un acto
bello. Bello porque se genera desde la sabiduría de lo que es el
Bien y produce un Bienestar experimentable, este producir o engendrar
el Bienestar es consecuencia y presencia de la Belleza. Aunque es un
poco largo el texto merece la pena que lo recordemos.
“Es menester...,
enamorarse primero de un solo cuerpo y
engendrar en él bellos discursos:
comprender luego que la belleza que reside en cualquier cuerpo (...)
es una sola e idéntica cosa la belleza que hay en todos los cuerpos.
(...) Después de esto, tener por más valiosa la belleza de las
almas que la de los cuerpos, de tal modo que si alguien es discreto
de alma, aunque tenga poca lozanía, baste ello para amarle,
mostrarse solícito, engendrar
y buscar palabras tales que puedan hacer
mejores a
los jóvenes , a fin de ser obligado nuevamente a contemplar la
belleza que hay en las normas de conducta y en las leyes (..), para
considerar así que la belleza del cuerpo es algo de escasa
importancia. Después, es menester que el iniciador conduzca a las
ciencias para que el iniciado vea a su vez la belleza de éstas, y su
contemplación le haga engendrar
muchos, bellos y magníficos discursos y pensamientos en inagotable
filosofía”4.
Como podemos observar en este texto la Belleza es inseparable de
producir y
engendrar
acciones bellas, bellos
y magníficos discursos y pensamientos en inagotable filosofía.
Ni
Lucía ni Manuel supieron pasar de la belleza del cuerpo, a la
belleza del alma, ni a la belleza de las buenas normas de conducta ni
de las buenas leyes, y por eso ambos producen y engendran acciones
malas, desde el punto de vista ético; y repugnantes y horrorosas
desde el punto de vista estético. Y es que según nuestra
interpretación de Platón no se puede separar Belleza de virtud ni
bien. Pero esto es algo que ya defendió también Oscar Wilde.
”El
retrato de Dorian Grey”,
es una novela de Oscar Wilde en la que un pintor, Basil, queda
fascinado por la hermosura que posee el modelo a quien pretende hacer
un retrato, y que es el protagonista de la novela, Dorian Grey. El
retrato resultó de una belleza insuperable. Mientras Basil se lo
pintaba, Dorian Grey conoce a Lord Henry Wotton, un hombre perverso,
inmoral y egoísta.
Aunque
el artista trata de persuadirle de que no vaya con él, Dorian Grey
no le hace caso, y curiosamente, aunque Dorian pasa muchos años
realizando actos ofensivos, inmorales, y destructores de las jóvenes
con las que se relaciona, y hasta criminales, su belleza y juventud
permanecen inalterables. La novela parece sugerir que belleza y ética
pueden separarse, pero al final, Dorian acude a ver el antiguo
retrato de belleza insuperable que le pintaron. Al verlo contempla
cómo el horror de sus actos y el paso de los años están reflejados
no en su rostro, sino en el retrato que un día le pintaron. Es
decir, envejeció el cuadro y su hermosura pasó a ser algo
repugnante y horroroso. Horrorizado del cuadro lo destruye y
mientras lo destruye el horror del retrato se encarna en su propio
rostro. Esta novela es un claro ejemplo de que es imposible separar
la belleza física de la belleza moral. Y desde esta novela queremos
recordar cómo quedaron los rostros de Lucía y Manuel, destruidos
por la ignorancia y la falta de virtud. Pero el caso de Manuel y
Lucía es el caso de tantas relaciones de parejas que se gustaban y
que terminaron en violencia de género. ¿Qué víctima de violencia
de género reconoce en su maltratador o maltratadora la belleza que
un día le sedujo? Ninguna, por tanto, se confirma nuestra
interpretación de la Belleza de Platón, la Belleza resplandece en
las obras y en la conducta moral, no en el aspecto físico y más
sensible.
Todo
se solucionaría si Tinder en vez de retratar los cuerpos y rostros
exuberantes retratase las almas y la conducta moral. Mientras eso no
sea así, es más urgente una aplicación para android
de la filosofía de la belleza de Platón, que la de Tinder.
- Platón, Banquete, 210ª
- Platón, La República, 508c – 509b
- Roser Martínez, C., Platón: La República. Libro VII. Edición didáctica. (Editorial Diálogo)
- Platón, Banquete, 210A.
¡Goza,
no pienses!
Martin
Heidegger.
José
es un usuario habitual de una red social social de contactos
esporádicos. En esta red José expone una foto de su encanto físico
con la finalidad de atraer a una usuaria que sea de su agrado. Cuando
el agrado es mutuo tiene lugar un encuentro cuya finalidad es
disfrutar mutuamente de la belleza que se despiertan recíprocamente.
José está encantado con los tres encuentros que ha tenido porque
los ha pactado hasta sin ningún tipo de comunicación, sin conocer
ni siquiera el nombre. Para él esta circunstancia le incrementa el
atractivo de la experiencia. De este modo afirma que la comunicación
obstaculiza el goce de la contemplación. La comunicación es
lenguaje y bloquea el sentido de la emoción, de la belleza, su
atracción y el placer que proporciona. Es cierto que José es
consciente de que alguien puede servirse de esta aplicación para
hacerle una encerrona que ponga en peligro su vida. Pero a José le
puede más la emoción que le despiertan esos encuentros que el
peligro al que pueda exponerse. Si le preguntásemos a José qué es
la belleza probablemente nos diría la tesis que yo quiero defender
en este concurso: la belleza se goza, no se piensa. La belleza es una
emoción instantánea en la que no interviene la razón. Hasta tal
punto es una emoción pura que, la intervención de la razón
anularía la posibilidad de la experiencia de la belleza. Esta tesis
trataremos de defenderla inspirándonos en la experiencia de la
belleza de Nietzsche, refutando la teoría de la belleza de Platón,
y mostrando ejemplos que corroboran nuestra tesis.
“Quien
mató aquella opinión en ti fue tu vida nueva, no tu razón; no la
necesitabas ya y se hundió ella sola” (Nietzsche, La Gaya
Ciencia, §307). Según este texto de Nietzsche la voluntad de poder,
el afán de ir a más, la pasión, la emoción, el sentimiento
instantáneo de la belleza son previos a toda racionalidad. Por
tanto, en Nietzsche uno de los requisitos para que algo sea bello es
la originalidad de una fuerza previa a la razón. Además la
experiencia de belleza no termina nunca en concepto, pues si
terminase en concepto quedaría contaminada por la razón. Hasta tal
punto esto es así que para Nietzsche la experiencia de belleza está
sometida a un devenir imprevisible y fatal. Imprevisible porque si
fuese previsible lo sería a través de un concepto. Y fatal porque
no hemos de evitar el que la experiencia de belleza nazca de la
fuerza y el impulso de la voluntad de poder. Este planteamiento
supone una refutación de la teoría de la belleza de Platón.
“Qué
inefable belleza -dijo- le atribuyes (a la idea del bien), pues,
siendo fuente del conocimiento y la verdad, supera a ambos, según
tú, en belleza. No creo pues que lo vayas a identificar con el
placer” (Platón, República, Libro VI, 509A). Como podemos
observar en esta cita Platón afirma que en el conocimiento del
bien, de la verdad, y en la práctica de la virtud radica la belleza.
Pero nosotros rechazamos esta teoría porque Platón, como afirma
Nietzsche, es un creador de la moral de los esclavos. Platón no
busca la belleza, Platón busca la supervivencia desde una moral que
traicionó la voluntad de poder de los nobles por pura supervivencia.
Pero según la filosofía de Platón nunca llegaremos a la
experiencia de belleza, ya que en Platón la belleza está
subordinada a la supervivencia de los esclavos. Esto lo demostraremos
a continuación con el análisis de un ejemplo platónico.
Un
claro ejemplo de platonismo es el famoso cuento de Oscar Wilde, The
Star Child (El niño de las estrellas). “Su belleza le fue
perjudicial, pues crecía orgulloso, cruel y egoísta” En este
fragmento del cuento mencionado anteriormente podemos observar como
se fundamenta en la teoría de la belleza de Platón destacando que
la belleza proviene de valores morales. El niño de las estrella que
era extraordinariamente bello, después de maltratar y herir al topo,
al pardillo, la ardilla y despreciar a su madre, dice el cuento, “se
miró en el agua, y he aquí que su rostro era como el de un sapo y
su cuerpo escamoso como el de una víbora […]. Seguramente esto me
ha sucedido a causa de mi pecado. Pues he renegado de mi madre, la he
arrojado lejos y he sido orgulloso y cruel con ella” El cuento
sigue narrando que el niño estrella cambia de actitud y tras
realizar numerosos actos buenos y virtuosos en favor de los animales
que antes había despreciado, y de los mendigos que había
maltratado, recupera la belleza. En este cuento se ve como se
relaciona la belleza física con actos morales, indicando que, como
decía Platón, una persona es bella cuando conoce la idea del bien y
se realizan actos buenos. A esta idea de belleza se llega utilizando
la razón, pero a continuación explicaremos que lo que queremos
demostrar es todo lo contrario.
La
belleza es resultado de la creatividad de la voluntad de poder, no
bloqueada por la racionalidad ni por los diferentes tipos de
racionalidad orientada a la supervivencia. La fidelidad a la voluntad
de poder, por muy indeseables que sean sus consecuencias, es la que
crea las cosas y experiencias bellas. Esto lo podemos verificar con
un análisis del típico ejemplo de violencia de género. Una persona
se siente fatalmente atraída por otra. Tras mantener una convivencia
intensa, una de ellas comienza a ser violenta con la otra hasta el
punto de causarle daño. Finalmente la persona agredida termina por
ver a su pareja como alguien horroroso y decide huir. Para nosotros
este es un claro ejemplo de que la persona maltratada sí que tuvo
experiencia de belleza y que esta experiencia fue posible porque fue
previa a toda racionalidad y a todo instinto de supervivencia.
Además, esta experiencia pese a las consecuencia y peligros para su
salud no hemos de menospreciarla. Por qué no hemos de
menospreciarla, es algo que analizaremos a continuación.
La
experiencia de una persona que se abandona a la emoción y al sentido
de la belleza, aunque tenga consecuencias no deseables y peligrosas
pueden constituir una experiencia vital insuperable en su vida
posterior. Pensemos que esta persona escarmentada por la experiencia
pasada decide subordinar el criterio de belleza al de supervivencia,
y busca en el futuro a otra persona de probados valores éticos en
clave de supervivencia pero que no le emociona, y que vive cuarenta
años de una relación monótona, porque la supervivencia prevé de
tal forma el futuro que le saca toda originalidad. Estos hechos nos
pueden llevar a concluir que su experiencia de belleza como emoción,
deseo y pasión fatal, aunque fuese breve y peligrosa,
cualitativamente es superior a la que mantuvo durante cuarenta años.
Pues esos cuarenta años fue repetir día tras día las exigencias
monótonas de la supervivencia. Pero esta tesis se puede aplicar a la
humanidad misma y la cultura que se ha generado.
Pensemos
en la humanidad y la cultura en general. La cultura en la que estamos
viviendo hoy en día está regida con vistas a garantizar su
supervivencia. Y la belleza está subordinada y condicionada a este
principio supremo: la supervivencia. Lo que tratamos de decir se ve
mejor con un ejemplo de ficción un poco exagerado. Imaginemos un
pájaro que tiene una vida media de unos tres años y una tortuga que
puede durar cientos de años. Imaginemos que ese pájaro decidiese
condicionar todo su ser y biología para una supervivencia larga
como la de la tortuga. Imaginemos que a costa de sustituir su
propiedad de volar con las alas y disfrutar del paisaje visto desde
las alturas, decide utilizar las alas para recubrirse el cuerpo. De
este modo termina por crear con sus alas un caparazón y decir que lo
bello no son los paisajes vistos desde las alturas, sino los
fragmentos de suelo que ve bajo su caparazón de alas. Imaginemos
que ese pájaro se convierte en el modelo y que todos los pájaros
siguen su ejemplo. Sin duda diríamos que ese pájaro ha degenerado y
ha provocado la degeneración de todos los pájaros. Sí, es cierto,
sobrevivirán mucho más de tres años todos los pájaros, pero
ninguno de ellos vivirá una vida auténtica. Después de muchos años
y generaciones de pájaros así, pensemos en un sólo pájaro, o una
sola generación de pájaros que denunciase esa degeneración, se
rebelase y se atreviese a volar y gozar de los paisajes desde las
alturas. Aunque ese pájaro o esa sóla generación de pájaros
auténticos supusiese la extinción de todos los pájaros, sería
deseable, a muchos más años de supervivencia de los pájaros pero
desde la inautenticidad. Con este ejemplo ficticio podemos pensar en
la belleza humana.
La
belleza es resultado de una emoción, de una pasión, de una
fidelidad a una vida que no nace de la razón, sino de la voluntad de
poder. Esa emoción es cierto que pone en peligro la vida misma y
hasta la especie humana. Pero tenemos dos opciones: hacer como el
pájaro que lleva una vida de tortuga para sobrevivir 300 años
diciendo que es bello el paisaje sombrío que cubre su caparazón, o
vivir aunque sea poco tiempo, tres años, o tres meses o tres
instantes, pero tres instantes de plenitud, de goce estético y de
plenitud. Sin duda estos tres instantes tendrían más calidad que
tres milenios de mentira y falsa belleza. Aunque la humanidad
acabara destruyéndose como esos pájaros auténticos, esos pocos
años, ese corto periodo de tiempo, hubiese sido más bello que una
humanidad que dure miles de años siguiendo la monotonía del
instinto de supervivencia. Por lo tanto, a partir de todas estas
premisas planteadas, podemos llegar a una conclusión.
Siguiendo
la filosofía de Nietzsche, la belleza radica en la emoción, el
sentimiento, el impulso irrefrenable, la pasión fatal, previa a toda
razón. Ese sentido de la belleza fue traicionado por la razón para
garantizar la supervivencia y dio lugar a una cultura en la que la
supervivencia condicionó la idea de belleza. Es urgente rescatar el
sentido de lo bello auténtico aunque pueda suponer la extinción de
la especie. Es preferible un instante de autenticidad, de pleno goce
y belleza que milenios de autoengaño, razón y pseudobelleza. ¡Goza,
no pienses!
Borja...
Sobre la
dopamina o la belleza
Dopamina García.
La percepción de la
belleza es probablemente uno de los mayores misterios de nuestra
naturaleza humana. Los grandes pensadores siempre se han preguntado a
qué se debe esta cualidad, atribuida a objetos o acciones de nuestro
día a día. Hay quien dice que la belleza está basada en la lógica
y la razón, al igual que otros defienden que es pura irracionalidad.
Yo atribuyo la belleza a una reacción fisiológica en la que
interviene la armonía entre las dos fuerzas de nuestro cerebro, la
de la razón y la de la pasión, así como lo que escapa de nuestro
control voluntario, nuestra condición biológica, la del ser humano.
A continuación, profundizaremos sobre la idea de la belleza.
Platón defendió la
belleza como la razón, Nietzsche como la emoción. Lo que creo que
ambos pasaron por alto es lo que las ciencias neurofisiológicas han
revelado acerca de nuestra condición biológica. Nuestro cerebro
está dividido en dos hemisferios, unidos por el cuerpo calloso, que
relaciona ambas, razón y emoción. El izquierdo, se podría decir
que es el platónico. Es la parte que procesa el lenguaje, las
matemáticas, la lógica, la memoria… Por otro lado, está el
hemisferio derecho, más nietzscheano. Este hemisferio está
especializado en sensaciones, intuiciones imaginación, creatividad,
sentimientos
y habilidades como las artísticas y musicales.
Nuestra naturaleza nos otorga una conexión entre ambos, un puente.
Pongamos un ejemplo. Vemos una escultura muy colorida, esto llama la
atención de nuestro hemisferio derecho debido a la percepción
tridimensional y a la variedad de colores. Esa información pasa de
neurona en neurona hasta conectar con la información del hemisferio
izquierdo, que analiza la forma, y se interesa. Cuando se crea una
armonía entre ambos hemisferios, viéndose satisfechos, se produce
la sensación de belleza, que no es otra cosa que una reacción
fisiológica. Esto nos plantea un problema, si la sensación de
belleza es una reacción fisiológica todos deberíamos tener la
misma reacción ante el mismo estímulo. Pero la cuestión no es tan
sencilla.
Pongamos el caso de una
canción que resulta bella para una persona y repugnante para otra.
Aparentemente dicho ejemplo refutaría la teoría que sostengo, pero
no es así. Me explico. Dicha canción pudo haber quedado marcada
como placentera y bella en el caso de una persona debido a la
liberación de los neurotransmisores responsables del placer, como la
dopamina y la serotonina, y en otro caso pudo provocar la reacción
de dolorosa y repugnante por haber quedado marcada por la liberación
de neurotransmisores responsables del dolor como el glutamato, el
GABA que inhibe a los neurotransmisores excitatiorios y los
neuropéptidos. Pensemos, por ejemplo, en el caso singular de que la
persona que siente la sensación de belleza ante la canción la
escuchó por primera mientras se enamoraba de su pareja en un bonito
lugar, y le recuerda siempre ese momento, inolvidable y marcado con
neurotramisores como la dopamina y la serotonina. Y en el segundo
caso, pongamos por caso que la escuchó por primera vez en el coche,
mientras conducía, justo en el momento en el que sufrió un
accidente. Es así que esa canción le recuerda siempre ese momento
trágico de su vida marcado por los neurotransmisores responsables
del dolor como el GABA, el glutamato y los neuropéptidos. Observamos
con este ejemplo que es una reacción fisiológica la que explica
ambas sensaciones, y que el azar de los acontecimientos pudo
condicionar para que las sensaciones fuesen al revés, que la persona
que siente belleza, sintiese repugnancia, y viceversa, si el azar de
la vida la hiciese protagonista de los acontecimientos de la otra
persona.
Que la sensación o
percepción de belleza o repugnancia sea una cuestión fisiológica y
a la vez no sea universal, ni objetiva nos obliga a explicar otros
casos en los que la belleza se nos manifiesta como algo aparentemente
subjetivo. Es el caso de obras que se manifestaron como bellas en el
pasado pero que no las consideramos así en nuestros días. Los
humanos podemos planear e imaginar el futuro y rememorar el
pasado… El hecho de poder situarnos tan fácilmente en otro tiempo
es un factor importante. Por ejemplo, si vemos como han edificado una
casa actual en un solar, no le solemos dar mayor importancia. Sin
embargo, sí disfrutamos al ver construcciones muy antiguas, como las
primeras casas, las pirámides, etc. Pongamos las casas de la primera
civilización como ejemplo, tecnológicamente son bastante torpes,
toscas e inseguras respecto a las actuales. Sin embargo, vemos en
esas construcciones antiguas la belleza debido a que es parte de
nuestra evolución, y somos conscientes de que esas personas las
realizaron sin tener apenas medios, como los tenemos ahora.
Posiblemente dentro de cientos o miles de años, otra civilización
recuerde nuestra primera nave espacial con admiración e interés,
mientras que ellos ya disponen de tecnologías superiores que les
permiten viajar por los diferentes planetas.
Por otra parte, no se
trata solo del contexto histórico, también hay un factor emocional
importante en la valoración de las obras de arte. Imaginemos ahora
un dibujo simple, unas líneas dibujando una casa, sin proporción,
hecho a lápiz y mal coloreado. El típico dibujo de un niño. En
este caso, visualmente no llama mucho la atención. Después de ver
el dibujo somos informados de que ese dibujo fue lo último que hizo
ese niño en vida tras estar muy enfermo. Lo veríamos, y pese a
“fallar” visualmente para ambos hemisferios (no está
proporcionado, no tiene apenas color), empezamos a percibir belleza
en él. Por un lado, la parte lógica le otorga una historia, y
piensa que es algo creado con buena intención y por tanto bien
hecho, mientras nuestro lado emocional busca los sentimientos en esa
historia procesada por el otro hemisferio. Entonces, surge la
belleza. Evoca sentimientos que aceleran nuestro pulso y nos hacen
sentir empatía. Pero no sólo el condicionamiento psicológico y
fisiológico, el contexto histórico nos hacen pensar que la belleza
es subjetiva, sino también el grado de salud.
Hay casos en los que la gente no es capaz de percibir la belleza por
causa de una enfermedad que afecta al sistema nervioso, como pueden
ser trastornos de la ansiedad o la depresión. Cuando una persona
entra en depresión, sus niveles de serotonina en sangre bajan, y la
serotonina es un neurotransmisor que está relacionada con el placer.
La mayor consecuencia de la depresión
es la apatía, provocada por no encontrarle sentido a muchas cosas
que antes causaban placer y en esos momentos resultan en mayor o
menor medida, indiferentes por un defecto en el funcionamiento
fisiológico de nuestro cuerpo. Otro ejemplo sería el autismo: los
autistas carecen de
oxitocina, que interviene en el enamoramiento, el orgasmo, el
apareamiento y el amor maternal. También puede ser inducido, el
neurólogo holandés
Dick Swaab en
su libro Somos
nuestro cerebro,
habla de cómo la fluctuación de estos neurotransmisores, ya fuera a
través de una enfermedad o una creencia muy profunda, intervenía
decisivamente en la felicidad:
Algunas
personas son capaces de provocarse el sentimiento de felicidad. Las
monjas que revivían su amor extático por Dios mientras se las
monitoreaba mediante una resonancia magnética presentaban cambios en
la actividad de las estructuras del cerebro relacionadas con la
gratificación. Un tumor cerebral también puede inducir a esa clase
de experiencias de felicidad extática, como al sentir un contacto
directo con Jesús. Después de que el tumor hubiese sido extirpado,
la persona no volvió a tener esas experiencias.
Estas alteraciones son otra prueba de que lo importante que es el funcionamiento de nuestro cuerpo, porque si nuestro cuerpo cae enfermo, la percepción de la belleza se ve directamente afectada. Por tanto, una misma obra de arte puede parecernos bella o repugnante según nos encontremos deprimidos o con nuestra salud restablecida. Pero además de la enfermedad también puede dar una apariencia de subjetividad de la percepción de belleza la ética.
Lo
que está bien y lo que está mal, y la misma conciencia individual
es el resultado de la interiorización de los valores que nos ha
inculcado la sociedad en la que vivimos. La búsqueda de los valores
que fomentan el bien aparece también marcada por los
neurotransmisores como la serotonina y la dopamina, y los del mal por
los correspondientes de los feo y repugnante. Esta dimensión ética
de los seres humanos explica que una persona nos pueda resultar bella
y repugnante. Pensemos en una chica que se enamora de un chico que ve
hermoso. Pensemos que con el paso del tiempo esa chica percibe que
ese chico es un maltratador, un verdugo de la violencia de género.
Esas acciones éticamente malas borrarán la percepción de belleza,
marcando en su lugar la percepción de repugnancia. Pero la dimensión
ética de la belleza también explica el escándalo que sentimos
cuando los guerreros del llamado Estado Islámico destruían lo que
para nosotros eran obras de arte y para ellos eran la encarnación
del demonio y de los falsos ídolos. Los distintos valores éticos de
una cultura y otra nos hacen percibir la belleza como algo subjetivo,
cuando en realidad lo que está detrás es un condicionamiento
fisiológico provocado por los valores de una sociedad. Valores que
en definitiva obedecen a un instinto de conservación, y que este
instinto, a su vez, condicionó fisiológicamente de una manera
universal como podemos sugerir a continuación.
Las únicas bellezas
universales que existen, están implantadas en nosotros desde mucho
antes de que fuéramos Homo sapiens. Nuestros ancestros
vivieron en bosques frondosos, que es el paisaje considerado bello
por excelencia. Se ha preguntado acerca de la belleza de diferentes
paisajes a gente de todas partes, e incluso quien nunca había visto
en persona estos lugares, sentía predilección por ellos.
Especialmente si había animales, frutos, agua y cielos despejados.
En definitiva, si se asemejaban al paraíso. Esto lo muestra Denis
Dutton en “Una teoría darwiniana de la belleza”. Resulta
bello porque para nuestros antepasados esto era una garantía de
supervivencia, al contar con agua, alimento y ambiente adecuados. Del
mismo modo, todo lo que quedó grabado en esos tiempos en nuestros
ancestros, forma parte de nosotros desde el principio. Algo nos dice
que es bello, y ese algo es nuestra genética y cerebro, que como
animales que somos, nos recuerda que ahí se puede sobrevivir, y eso
nos hace sentir bien. Esto, sin embargo, puede cambiar debido a las
experiencias personales. El único modo de dejar de sentir
predilección ante lo que naturalmente consideramos bello, es que
haya habido algún problema en nuestro pasado, el contexto personal
en este caso. Por ejemplo, una de esas cosas naturalmente bellas es
el fuego. El fuego nos defendía y nos hacía la vida más fácil. A
mucha gente le encanta mirar el movimiento del fuego y sentir su
calor. ¿Pero qué pasa si has estado en un incendio, con el peligro
que eso conlleva? La memoria en nuestro hemisferio izquierdo recuerda
ese momento, y esta información adquiere significado en el derecho,
viendo en él sufrimiento y connotaciones negativas. Esto lo aleja
por completo de la belleza. Sin embargo, puede no dejar de atraernos
en cierto modo.
Que la belleza es una
reacción fisiológica universal a todo ser humano lo prueba algo tan
simple como lo es el ver una película de miedo. En estos casos, el
neocórtex no juega ningún papel en lo atractivo de estas escenas.
Instintivamente, huimos de los peligros, para ello segregamos
adrenalina desde la glándula suprarrenal, eso hace sentir una fuerte
emoción de peligro. Como el peligro no es real, aunque el realismo
de algunas de estas películas nos hagan sentir empatía con los
personajes y el entorno creado, al acabar esas escenas, se segrega
dopamina entre otros neurotransmisores y hormonas, para volver de
nuevo a un estado de relajación y bienestar. La cuestión es que la
dopamina puede resultar especialmente adictiva. Esta reacción
anatómica nos hace disfrutar de ello, pese a saber que no es bueno.
Esto explica también el consumo de otras drogas, o el por qué de
los deportes de riesgo. Normalmente, las carencias o la monotonía
que hay en los países desarrollados nos hacen querer buscar nuevas
sensaciones de una intensidad muy fuerte. Vivimos en aulas, en
oficinas, en lugares que anulan muchas veces nuestra naturaleza
animal, por ello sentimos la necesidad de vernos amenazados de vez en
cuando, aunque seamos nosotros mismos quienes nos ponemos en riesgo.
Por otra parte, poniéndonos en el caso de un país en guerra, no
creo que los ciudadanos disfrutaran con las películas de terror o
con las escenas de muertes, ya que lejos de ser una nueva sensación,
es un peligro real y un miedo muy intenso del día a día.
En conclusión, la
percepción de belleza es una reacción fisiológica universal en la
que están presentes determinados neurotransmisores y hormonas. Lo
que pasa es que esa base fisiológica universal puede que no sea
detonada ante los mismos estímulos u obras de arte, debido a
diferentes épocas históricas, a condicionamientos emocionales o
afectivos, a patologías o enfermedades, y a condicionamientos
éticos o políticos. Todos estos factores nos dan la apariencia de
que la percepción de belleza es subjetiva, pero no es así.
Objetivamente hablando y con pretensión de universalidad, sin
dopamina, ni serotonina, ni otros neurotransmisores nunca hay ni
habrá belleza.
Cristina Rocamora.
LA
BELLEZA PARA LA FILOSOFÍA
Los
picapiedra.
La
RAE define la filosofía como el conjunto de reflexiones sobre la
esencia, las propiedades, las causas y los efectos de las cosas
naturales, especialmente sobre el hombre y el universo. Trata
aspectos de significado tan abstracto como la existencia, el
conocimiento, la verdad, la moral, la belleza, la mente o el
lenguaje, entre otros. En concreto, en esta disertación, trataremos
el concepto de belleza, el cual contiene un amplio abanico de
acepciones.
Según
el diccionario de la Real Academia Española, la belleza posee
solamente dos significados: “cualidad
de bello” y
“persona o
cosa notable por su hermosura”. Además,
proporciona una definición de belleza ideal, relacionada con la
filosofía platónica: “prototipo
o ejemplar de belleza, a la que tienden ciertas formas de la realidad
en continua búsqueda de la belleza en sí”.
No obstante,
desde el punto de vista filosófico, tratándose de un concepto tan
relativo en cuanto a opiniones y abstracto en cuanto a significado,
sería necesaria una mayor profundización en el tema para poder
conocer la propia idea de belleza.
En
la disertación, diferenciaremos la belleza visual, que es
vulgarmente conocida como aquello que tiene la cualidad de bello,
percibida con la vista y la cual se refleja en los estereotipos
marcados por la sociedad. Por otro lado, conoceremos el significado
belleza conceptual, que es la idea de belleza en sí, la cual
identificamos con los sueños y con los deseos. Además, explicaremos
porque el éxito y la felicidad se pueden identificar con la idea de
belleza y encontraremos un camino para alcanzar la esencia de
belleza.
Como
hemos mencionado anteriormente, la belleza visual,
es aquella que identificamos con el atractivo puramente físico, no
por ello, centrado únicamente en las personas, sino también
aplicado a paisajes, objetos, etc. Mediante los estereotipos, se ha
conseguido crear un ideal de belleza aplicado al mundo físico, con
el cual, además, se consigue controlar la sociedad. No obstante,
estos, son totalmente temporales y además dependen de la cultura.
Si
alguien hubiese llevado hace 300 años unos pantalones estrechos
rotos por las rodillas o unos leggins
ajustados seguramente
hubiese sido criticado e incluso tachado de loco. Sin embargo, no
hace falta remontarse 300 años para encontrar un ejemplo de que los
estereotipos son temporales, de hecho, basta con volver unos cuantos
meses atrás. En septiembre del pasado año, las zapatillas Nike
“Air-max” eran la moda, la cual definimos como un estereotipo
masivo pero no universal. Esto quiere decir, que mediante un potente
marketing
se consiguió convencer a una inmensa cantidad de adolescentes de que
esas zapatillas eran la mejor opción.
Por
otro lado, los estereotipos también son culturales, como se
demuestra en Japón donde es tendencia tintarse el pelo como si fuera
un tomate, sin embargo, en occidente esta idea suena un pelín
descabellada. Igualmente, sucede con el ideal de belleza masculino o
femenino que varía en las distintas culturas.
En
conclusión, a consecuencia de la gran diversidad de sociedades y
culturas presentes en nuestro planeta, no se puede alcanzar un
estereotipo común y por lo tanto tampoco una idea de belleza física
presente en todas las personas.
Por
otro lado, diferenciamos la belleza conceptual, es decir, la idea de
belleza, aquella que no se puede percibir con los sentidos pero que
logramos alcanzar mediante la voluntad de poder en forma de deseos,
bien si la voluntad de poder actúa de forma consciente o en forma de
sueños, bien si la voluntad de poder actúa de forma inconsciente.
En ambos casos se busca un bien para nosotros mismos.
Los
deseos son la pura expresión de la voluntad de poder, la forma que
tiene esta de mostrarse ante nosotros, ya que en ellos no se usa la
razón. Son bellos en sí mismos; partiendo de que es bello todo
aquello que nos proporciona bien. Los deseos, por el hecho de
anhelarlos, siempre serán bellos a ojos de aquel que los desee. Si
mi deseo es conseguir un móvil nuevo y opto por robarlo en lugar de
comprarlo, igualmente será bello para mí, ya que en los deseos la
razón no tiene cabida porque no juzga los medios usados para
conseguir lo que quieres, en este caso, el móvil.
Los
sueños son otra expresión de la voluntad de poder, sin embargo, en
este caso, a la hora de interpretarlos si que interviene la razón.
De nuevo, es aquello que queremos conseguir y que la voluntad de
poder expresa inconscientemente. Una vez dormida la razón, deja paso
a la voluntad de poder en su máximo esplendor. No obstante, se
podría caer en la tentación de que las pesadillas no son bellas,
porque muestran nuestros miedos. No obstante, el hecho de considerar
que un sueño es una pesadilla es algo que nos atribuye la razón. Un
ejemplo seria el soñar con mantener relaciones sexuales con tu
madre. Esto a simple vista puede parecernos de las cosas más
desagradables del mundo, pero, ¿realmente lo es? La sociedad nos ha
inculcado que esto es malo y, por tanto, nuestra razón lo toma como
tal.
La
idea de belleza también puede relacionarse con la idea de felicidad
o con la de éxito, ya que las tres comparten características
comunes. Todas aportan un bien a nivel personal, es decir, algo es
bello, algo te hace feliz o te puedes considerar exitoso si consigues
beneficio de ello. Además, al no ser universales, se puede aceptar
que lo que a ti te parezca bello no se lo parezca a todos, lo que te
hace feliz produzca infelicidad en otros o que tu éxito provoque la
depresión a los demás. Si yo deseo hacer la redacción de filosofía
a la perfección y lo consigo, habré tenido éxito, por lo tanto
seré feliz y habré conseguido mi deseo y en consecuencia, haber
logrado una buena redacción será bello para mí.
En
cuanto al alcance de la idea de belleza solo la podemos enfocar desde
dos puntos de vista, el razonamiento nulo y el razonamiento total.
Definimos razonamiento como el grado de uso de la razón, por ello un
razonamiento nulo implica que no usamos la razón, mientras que
cuando un razonamiento total es cuando alcanzamos el grado máximo de
razón.
El
estado de razonamiento total, evidentemente es imposible de alcanzar.
Es incomprensible para la raza humana, que una persona tenga
conocimiento acerca de todo. Por lo tanto, desde ese enfoque es
imposible alcanzar la idea de belleza. Por otro lado, en un supuesto
caso en el que el razonamiento es nulo, actuaríamos únicamente por
voluntad de poder y solo haríamos aquello que deseamos. Por
desgracia, el estado de razonamiento mínimo, también es imposible
en el ser humano.
En
conclusión, la idea de belleza es inalcanzable. Además, es
relativa, ya que varía en cada persona, pensamiento, cultura y
época. La idea de belleza visual viene determinada por los
estereotipos que son meros engaños a una sociedad crédula y
manipulable. Por otro lado, la idea de belleza, como hemos dicho
anteriormente no se puede alcanzar, pero sí se puede lograr a nivel
personal, mediante el uso de la voluntad de poder. ¿Por qué la
sociedad marcaría que matar no es bello si el deseo de hacerlo nos
proporcionaría un bien? Sin duda y como bien hemos argumentado a lo
largo de esta disertación la razón es la culpable.
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